A pesar del momento actual, seguimos en muchos casos haciendo lo que estamos acostumbrados, lo que nos aporta seguridad, con freno en cambiar procesos y modelos, esperando que amaine la incertidumbre y arranque de nuevo la economía. Pero la empresa requiere un cambio emocional que sólo es viable si parte del empresario, si éste toma conciencia de que es el responsable de su propio destino y de su éxito y que debe liderar con optimismo inteligente y realista.
Lo mismo sucede con el modo de gestión de nuestro capital humano, la reacción ante la merma de recursos en las organizaciones ha sido retomar modelos anacrónicos en los que el número de horas que los trabajadores permanecen en sus sillas, parece ser un indicador de su productividad y compromiso con la empresa, haciendo casi imposible la conciliación con el resto de sus roles personales, sociales y familiares, viendo éstas como cargas y no como áreas necesarias de Desarrollo Personal y que permiten la perfecta vertebración entre la organización y una sociedad sana y eficaz.
En ocasiones incluso las organizaciones llegan a ser tóxicas para sus miembros. Allí, los empleados desarrollan sus funciones bajo estados de estrés permanente, sin objetivos claros, y son guiados bajo un estilo de liderazgo tiránico y con constantes presiones. Todo ello, lleva a un clima organizacional destructivo, a la desmotivación, el absentismo psicológico y a la falta de participación e innovación, tan necesaria en estos días.
Sin llegar a la empresa tóxica, en un entorno inestable mantenemos los hábitos por seguridad, por seguir en nuestro espacio de confort o porque no sabemos, o no nos atrevemos a hacer las cosas de un modo diferente. Salir de nuestra zona de confort, supone incertidumbre pero también oportunidades. Como bien dijo Albert Einstein “Locura, es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes” (“Insanity is doing the same thing over and over again, and expecting different results”). Pero, ¿cómo abordar este reto? ¿Cómo nos preparamos emocionalmente para salir de esta zona de confort?
Apostar por la incorporación, de manera estratégica (y no como una política aislada), de la Responsabilidad Social Corporativa, con especial hincapié en su vertiente social interna, como guía de nuestras conductas en la empresa, se alinea con la necesidad de obtener un nuevo modelo que nos saque de nuestra zona de confort y guíe a nuestra empresa hacia el éxito y el desarrollo. Estimular la productividad de los trabajadores con apuestas que reduzcan el estrés y amplíen la confianza en la organización, más flexibles y transparentes, erradicar el victimismo, acoger nuevos valores éticos, fomentar la comunicación, la participación y el engagement, apostar por la formación y el desarrollo.
Por todo ello, la RSC, aunque nos saque de nuestra cotidianeidad, es la mejor herramienta para lograr organizaciones sólidas, donde su equipo autogestione sus desempeños en la mayor armonía, con sus condiciones y casuística particular, limitado únicamente, por el cumplimiento de los objetivos de puesto y de aportación a su equipo de trabajo.
En estos casos, si la dirección se ha comprometido, se obtienen excelentes resultados no sólo en la mejora de su clima laboral, del rendimiento en el puesto, del grado de motivación y del compromiso, sino que se traduce, sin lugar a dudas, en un incremento en la productividad.